Nonono

Yo sabía que sería el verde. Estaba completamente segura de ello. Vivir en Matrix y que todo fuera verde, como tus ojos y el agua de algún mar. Tenía tanta prisa que no podía, que no quería darme cuenta. El fin del comienzo se acercaba para dar paso a ese algo más. I can't feel my hand any more, pero la tuya sí. It's Allright, duerme tranquilo. Tranquilos. Sin su piel y contigo. Dormir...

Sol y edades

Bucólicos y enternecidos. Estremecidos. Tu piel ardiendo al son de mi cuerpo deshaciendo la carne. Que me lamas los huesos, que me acaricies las entrañas. Con tu verde ausente apaciguando todo el azul de mi alma. Ya sólo imagino tu voz taladrándome el cerebro. Pi. Phi. El secreto está en los números. En tu risa. En olvidar, a marchas forzadas y cuanto antes. ¿Un expresso? No, un capuccino y un Olvídate de mí. Eso sí, exprés. Rápido y paulatino, como los trenes de compartimentos y miradas perdidas en la ventana, viéndolo todo pasar y evitando cavilar sobre nada mientras las ideas se arrojan al abismo de lo trascendental. Hacia un lago cercado entre montañas. Allí. Sin ausencias, ni dolores. Sólo allí, solos. En carne viva, despellejados y aún por despellejar. El aleteo de los pájaros, la lana del no pensar. Metáforas y todo eso. Si tú supieras...


Yann Tiersen, L'absente

Absentimental

La nicotina ha ocultado tu vacío. La nicotina, y los ojos verdes. Pero el abismo sigue ahí, inmutable, como tú, innegable, como mi locura. Y te pierdo poco a poco entre reflejos sin que ya me duela nada. Porque no me duele nada. Ni te echo de menos. Ni te quiero. Ni te pienso. Pero el hueco de tu ausencia crece y crece, y tú no volverás. Y yo no volveré a desear que estés, ni que vuelvas. Me limito a reptar. A cambiar los tiempos verbales y a dejar de buscar donde no queda nada que encontrar. Me limito a aceptar que si lo miro, dolerá. Siempre.



Nacho Vegas, La gran broma final

Roulette

Vas desapareciendo y siento el agujero de mi estómago perdiendo la sed. Pero lo escondo entre humo y más humo y ansia de besos como sedante al pensamiento. No sangro, ni lloro, ni duermo. Ahora sólo floto en mi nebulosa constante, esperando a que se rompa para volver caer, y escurro como agua en el cristal, siempre así, hacia abajo. Hasta llegar a tu piel y desaparecer. ¿Volver a verte? No sé. Empiezo a volverme gris y me gusta tu verde. La música me deshace y me gusta creer que...
Me diluyo y nada acaba, y nada vuelve a empezar. De madrugada polvareda y frío, nada más.


Exenta

Si rasgas papel, si rasgas papel
de madrugada, prende.
Suena a cascadas y desvelos
si rasgas papel sin sueños.
Si fumas, por la noche
el frío se (te) cuela
hasta las venas,
las lágrimas se esparcen
y la sangre se drena.


Mientras

Noviembre se lo comió todo. 
Pero mis ojeras todavía sonríen al verte.
Ahora todo converge y nada emerge. 
Todo se hunde lento y raro. 
Todo se pudre deprisa e inevitablemente.


Animals

Mi casa está desierta cuando suena el despertador y no me levanto. Mi casa está desierta cuando vuelvo agotada y más muerta que viva de clase. Mi casa está desierta cuando lloro por las tardes. Mi casa está desierta cuando me escondo en mi habitación y fumo como si no me importara nada ni nadie. Mi casa está desierta cuando pongo la música muy alta, intentando que se superponga a mi cerebro, a lo que pienso, a lo que siento. Mi casa está desierta cuando me obligo a no existir.  No debería suceder nada de eso. Pero mi casa está vacía. Suena la alarma del reloj y me levanto tarde porque me acuesto tarde, y en realidad no duermo. Me levanto con los ojos tan abiertos como cuando me acosté. Después regreso y todo está tal y como lo dejé. Y me obligo cada día a no escuchar música triste. Pero cedo. Al final pongo todas las canciones que me hacían, hacen y harán llorar en una lista interminable que sólo trae a mí a veces la sangre y siempre los recuerdos. Cierro la puerta y enciendo un cigarro. Después otro, y otro, y otro. Y así el humo se cuela y se pierde por cada hueco de mi cuerpo hasta llegar al corazón. Y al final desisto de todo esfuerzo vital y sólo creo querer morirme en cada momento, porque pensar ya no pienso ni siquiera en eso. Y dejo de saber. Y de entender. Bucle. Erizos que no pueden quererse, y búhos muertos de madrugada, y serpientes que se muerden la cola. So blue, so broken. Una y otra vez.



Slipknot, Scissors

Another Leather Lung

Me guardo los te quiero para luego, o para nunca. Si te soy sincera los tiré todos por el balcón. Ese balcón verde y pequeño en el que salgo a fumar aunque haga frío cuando la locura viene a visitarme. Desde el que veo la calle y pienso en lo poco elegante que sería dejarme caer. Después te miro a los ojos siempre pidiéndote perdón. Necesito sólo eso, un beso. Que te tragues sin masticar mis mil y un lo sientos y que me beses sin pensar. Que me dejes divagar en mi nebulosa de todo y nada mientras me envuelves con tu cuerpo, tan real como febril e imaginario. Así. Que te arranques el dolor de la piel y lo abandones en los rincones de la habitación (anteriormente) azul para que tus heridas abiertas se sequen y dejen de escocer. Porque, aunque a veces parezca que no, yo sé que a ti también te duele el alma. Por eso apago la luz y bajo las persianas. Desconectando. Sin su piel. Descolgándome de su voz hasta el amanecer al otro lado del teléfono. No pensar, no pensar, no pensar. Sólo eso.


Whitechapel, Absent you

Hipotermia

Te confieso que casi todas mis noches se tiñen de sangre. En mi cama no hace calor y el frío reside en cada rincón de la habitación. No consigo que se vaya. Es como el olor a humedad en una sudadera que ya no tengo. Es como una fragancia inexistente pero presente, ¿sabes? No se va, todo está gélido, congelado. Mi cuerpo es un témpano de hielo. Pero puedes arañarme y marcarme para siempre, hacerme surcos en la piel al acariciarme. Puedes intentar licuarme con el calor que prometes. Puedes intentar hacerme olvidar, sacarme los recuerdos a besos o a golpes, ya me da igual. Puedes lamer mis cicatrices o acentuarlas. Como a las palabras. No me importa. En fin de semana el mundo brilla de manera especial y consigues empañar mis gafas cuando te acercas de madrugada. Me encantaría enseñarte lo que veo, lo que siento, aunque no entendieras nada. Un domingo, cuando nunca puedes estar. Echo de menos el mar, la verdad. Me gustaría leer una carta suya sentada en unas rocas austeras y erosionadas por la sal mientras el agua ruge y la brisa suave me envuelve. Lo idílico se aferra a mí por puro despecho y yo no lo dejo ir por puro masoquismo. No, no se vive bien así, pero también es una manera de existir.



Muse, Micro cuts
Las sábanas están frías. Las continuas heladas son la única metáfora que tengo para explicarme. Me araño y la piel se escharcha, se me ajan las entrañas, se me pudre el cuerpo. El viento ni siquiera sopla y la madrugada parece estática y eterna. Ojalá. Me acuesto todas las noches repitiéndome que ya no estás, que no volverás, para despertarme empapada de sudor, llanto y locura. Sin encontrarte. Sólo hay sangre y taquicardias. Porque no estás. Porque ya no estás. Por qué ya no estás.
Romperse. Romperte. Romperme. Conjugar. Y enjugar, lágrimas y sangre. Pendiendo del cable invisible y enroscado del teléfono. Enredado. Como tú y yo, y la vida. Y el pensamiento. Húmedo. Mojado. Empapados. Nosotros. Del frío y la soledad. Del silencio. Rebosando azul. Y tristeza. Sólo eso. Perdidos. Sin mirar, sin enfocar. Sin conocernos, o con el te. Tal vez con tilde y rojo, siempre rojo. Y demente. También enrojecidos, nosotros, de venas abiertas y noches sin dormir. Naufragando, en la inmensidad del mar azul y la desesperante tristeza color carmín.


Soap&Skin, Fall foliage