Agujeros

Habían vuelto las pesadillas. El azul se mantenía inquietantemente firme frente a la pérdida de objetividad y matices. El azul crecía y se hacía poderoso mientras la estabilidad se alejaba hasta perderse en el horizonte, a la deriva. Y yo ya lo sabía. Y así, entre derretida y agonizante, esperaba con ansia la llegada del otoño. El regreso de las bufandas, de las chaquetas holgadas y las medias estampadas. Echaba de menos fumar estando en los huesos y congelarme en el humo. Ver llover a través de la ventana y salir a la calle sin paraguas para mojarme estúpidamente y constiparme. No pensar, ni querer arrancarme la piel, ni soñar con abrirme en canal o apuñalarme hasta incluso dejar de llorar. Eso echaba de menos. Dejar de perderme. Andar descalza por la arena cuando el viento sopla frío y nadie se quita el abrigo.



Púm

Le sangran las piernas.

Hey you

Si desde el principio hubiese sabido que encontraría la felicidad en la certeza de la muerte, te habría buscado y llegado a ti hace mucho tiempo. Sin rima, sólo envueltos por el humo y la viva decadencia del caos en los cerebros. Sonriente y sangrante, yo, y abierta en canal como nunca antes, mientras sonriente y ensangrentado, tú, caminas a tientas aferrándote a la más insondable oscuridad sin miedo a las consecuencias.
Te quiero.