Animals

Mi casa está desierta cuando suena el despertador y no me levanto. Mi casa está desierta cuando vuelvo agotada y más muerta que viva de clase. Mi casa está desierta cuando lloro por las tardes. Mi casa está desierta cuando me escondo en mi habitación y fumo como si no me importara nada ni nadie. Mi casa está desierta cuando pongo la música muy alta, intentando que se superponga a mi cerebro, a lo que pienso, a lo que siento. Mi casa está desierta cuando me obligo a no existir.  No debería suceder nada de eso. Pero mi casa está vacía. Suena la alarma del reloj y me levanto tarde porque me acuesto tarde, y en realidad no duermo. Me levanto con los ojos tan abiertos como cuando me acosté. Después regreso y todo está tal y como lo dejé. Y me obligo cada día a no escuchar música triste. Pero cedo. Al final pongo todas las canciones que me hacían, hacen y harán llorar en una lista interminable que sólo trae a mí a veces la sangre y siempre los recuerdos. Cierro la puerta y enciendo un cigarro. Después otro, y otro, y otro. Y así el humo se cuela y se pierde por cada hueco de mi cuerpo hasta llegar al corazón. Y al final desisto de todo esfuerzo vital y sólo creo querer morirme en cada momento, porque pensar ya no pienso ni siquiera en eso. Y dejo de saber. Y de entender. Bucle. Erizos que no pueden quererse, y búhos muertos de madrugada, y serpientes que se muerden la cola. So blue, so broken. Una y otra vez.



Slipknot, Scissors