Oda a la sanguinaria matanza

La circulación cortada. Bucle. Te juro que la sangre cuando mana no hace más que abrasarme las entrañas. Quemarme la piel. Calcinarme el cerebro. Nada de jazz. Sólo te digo que me des lo que fue mío. Que me devuelvas mi vida, pedazo de cabrón impasible. Que no prometas un todo a la nada. Que te calles, joder, que el silencio es lo que mejor puedes regalarme ahora. El problema es y ha sido que idealicé tu coraza de mariposa sin percatarme de que el gusano seguía dentro, de que la metamorfosis sólo consiguió esconder la cucaracha. Oh, querido insecto, oh.


Psyopus, Insects

Dos

Eternizar ese instante para siempre, sí,
lo había pensado antes. Ya no.
Ahora sé lo que hay después,
y duele. Pero ya no detenemos el tiempo.
Todo lo que hubiese congelado entonces
conllevaba un final como este.
Azul, y frío. 


Absurdos

Creo que nunca nada antes me había dolido tanto y me había importado, al mismo tiempo, tan poco. Me gusta, porque todavía soy capaz de sorprenderme. Gracias a ti, claro, cuando ni tú ni yo estamos. Ni quedamos. Porque quedar, no queda nada.
Es impresionante, azul y frío. Irónico, impensable. Arrollador.
Es la inmensidad y el vacío en un mismo punto del estatismo.
Es la ilógica retenida en la contención de la respiración.
Es mi cadáver en descomposición en medio de una carretera perdida con los eufemísticos surcos de las ruedas de un enorme camión que no me llevó por delante, sino que me aplastó. Fusionó mi cráneo con el asfalto y eso es lo que no queda.
Lynch pensó en mí, a su manera, sí.


Igorrr, Brutal Swing

Discordia

Nada de todo esto está haciendo que me olvide de su cerebro o su piel, ni de sus manos agujereando mi cuerpo. Escarbo haciendo mayor la herida y le echo tierra intentando que le crezca algo encima, pero en el fondo sé que no lo conseguiré. Quizá tú también lo sepas, y por eso nos duela tanto. Pero mientras no pienso no me importa mirarte a los ojos y decirte que no le echo de menos. Miento. Pero no retiro la mirada. Me gusta el sabor de la decepción cuando no apartas la vista, el aroma de tu piel cuando nos rendimos a la inercia en la cama. Y me alegra que pese a todo puedas quererme y aún sepas perdonarme. Ahora sólo somos tú y yo, y su recuerdo grabado a fuego en cada célula de mi organismo. No te prometo olvidarle. No te prometo enamorarme otra vez. Ni de ti, ni de nadie. Duele más de lo que imaginas, pero es esto o matarme. Todavía soy un poco cobarde.


Rogue Waves, Eyes

Mátame

Nada.
Nada de nada
Nada en la nada
Nada en la nada. De nada.
Desespérate, tírate del pelo, y ahógate.
Deja que tus pulmones se llenen de agua y veneno, y nada.
Sigue flotando, sangra y engúllete.
Déjate mecer, y perder.
Humedece el papel,
arráncate la piel...


Bucle

Tal vez la próxima vez tengamos suerte. Es probable que entonces la bala alcance mi cerebro.
Tú tenías tu frase de siempre y yo la sonrisa del nunca jamás.
Si tan sólo se te ocurriera pensar que me echas de menos,
si osaras volver a decirme que me quieres una vez más
te mataré, sentencié.
Te saqué los huesos y los clavé en tu carne blanda. 
Luego me volaticé, no sin antes mirarte por última vez.
Sin músculos, ni piel.



Exilio

Entumecida de tanto rebasarte y caer.
Desnuda en el blanco.
Perdida, sugestionada y perdida. Extraviada, descarriada, desviada.
Desgastándome los huesos. 
Fundirse entre sombras es lo más sencillo. Todo va bien. Todo está torcido, pero todo va bien.
La sangre se camufla en la negrura y en el blanco queda al descubierto.
El azul se va perdiendo. El agua va cayendo. Como yo, y el ayer. 
Las nubes se fiiltran en el tiempo y sólo queda desaparecer. Y a mí me queda aún dejar de quererte. 
Antes del anochecer.



Desconocidos

Estamos cerca, muy cerca. Tan cerca que puedo ver cada poro de tu piel. Sin romanticismo, puntos negros y barba a medio crecer. Sin apenas rozarte la mano, hoy te he dado un pedazo más de mi ser. No me queda casi nada y me da vértigo pensar. Estamos tan cerca que me cuesta comprender cómo es posible que la lejanía a esta distancia sea posible. No dejo de sangrar. Pero es verdad que los kilómetros nos separan desde hace tiempo. Demasiado, quizá. Es verdad que nos rompimos y caímos. Que no tenía solución y te armaste de valor para decirlo. Ahora sigue sin poder arreglarse pero ya nadie dice nada. Yo, sólo a veces, desesperada, escupo espuma e incoherencias a la nada. Ya sólo pienso en follarte, para ser tú por un instante y no tener que soportarme. Para sacarme de dentro la rabia y olvidarme de la poesía barata. Entenderte en el más profundo e intenso intercambio de realidades. Perderme en ti. Como antes. 
"Somos lo que fue."


Sobre mentes y de peso

- El secreto está en los besos de Eisenstaedt, pero se me clavaban en los huesos.
- ¿En los huesos? ¿Qué huesos? Tú todavía tienes carne suficiente como para alimentar a un ganado de vacas.
- Las vacas son herbívoras.
- Eso es lo que tú te crees.
Fotografía de Helmut Newton



Mierda

No he podido evitarlo. El salir huyendo, digo. Porque todavía me dan vuelcos el corazón y me entran ganas sólo de eso, de salir corriendo. Ya no me quedan lo sientos. Me he quedado azul. Dividida, disgregada. Así, sin más, azul. Como el cielo despejado en las tardes de invierno en las que ya no estás ni sé si me gustaría encontrarte. Tan azul que, en la ironía de mi pensamiento, hoy he entendido de qué va esto. Los colores son muy importantes, pienso. Algo de mí siempre ha sido azul, zigóptero maldito al que bautizó un esquizoide, y sanguinolento. La unidad me hacía cárdena, del color de la marca de los golpes de la existencia y quién sabe de qué más. Purpúrea, eso era yo. Ahora ya no. Sólo soy una marioneta de mi locura vestida de muñeca de trapo que prende a la primera. Inflamable, explosiva. Y rota.



A Silver Mt. Zion, C'mon come on (and loose endless longing)

Violencia del corazón

Atrapada en un mundo lleno de indudables fortunas y estupefacientes, tras un lento anochecer y una madrugada larga, me levanto inspirada por la película que vi ayer. Tergiverso el significado, por supuesto, la interpreto a mi parecer y lo traduzco en un crimen pasional aunque no tenga nada que ver. Si quiero matarte y quiero tenerte sólo para mí, no puedo dejar que tu organismo sea pasto de gusanos al descomponerse en una fría y solitaria habitación. Tampoco puedo arrojar tu cadáver a una piara de cerdos hambrientos para que no quede ni rastro de tu cuerpo. No. Esto ya lo he pensado otras veces, esto ya lo he hecho otras veces. Tengo que comerte. Puedo saltarme mis restricciones calóricas por una vez y comerte. Devorarte. Que tu materia se adhiera a mis células, que tu carne sea mi carne y tu sangre, mi sangre. Tenerte dentro de mí. Para siempre.


Crystal Castles, Love and caring

Qué más

Últimamente mis receptores auditivos rechazan la música que inevitablemente relaciono con lo triste. Amanece, abro los ojos y observo, con apático desaliento, el irremediable desorden de mi habitación. Siempre admiraban mi obsesión por la organización, pero desde hace algunos meses soy incapaz de regenerar el orden. He sumido mi existencia en el caos y aún no he recuperado el mínimo estatismo necesario. Creo que lo he perdido para siempre. De hecho, creo que nunca lo he tenido. Al menos antes confiaba en poder aferrarme al equilibrio del mundo para girar con él, pero ahora me doy cuenta de la imposibilidad del asunto. Si únicamente se tratara de caerse y volver a levantarse, probablemente todo iría bien. El problema es que tropezar y caer de bruces no es lo peor que puede suceder. El bucle nos atrapa y nos rendimos, al menos yo. La depresión cosmopolita, primer mundista y capitalista está acabando con mi espíritu. 
Retrátame fumando antes de que llegue la pólvora a mis manos. Después dame un revólver y podremos olvidarlo todo.



Terciopelo azul

Hubo un momento en el que me creí todo lo que decías. Pensaba que, joder, si tanto lo repetías, por qué no podía ser verdad. Tal vez fuese aquello de que juzgarse desde dentro a uno mismo no da buenos frutos me comía las entrañas, no lo sé, el caso es que por instante dudé y confié en tu palabra. Pero ahora, cuando me miro en el espejo, no me reconozco. En realidad nunca he tenido muy claro quién soy, pero ahora menos. No encuentro en ningún rincón lo que tú viste, imaginaste o inventaste. Es una sensación extraña. Siento que no existo, que no soy. Siento que he desaparecido como esencia para siempre y que sólo permanezco como ente. La verdad, no sé qué hacer. Todavía pienso en matarte, y en suicidarme después. Todavía pienso demasiado, y ese es el problema. Si tuviera el valor de sacarme los ojos, reventarme los tímpanos y anular todas y cada una de mis capacidades sensitivas, puede que todo resultara más sencillo. Pero no soy capaz. La existencia sin padecimiento carece de sentido para mi cerebro enfermo.


Radiohead, All I need

Reiniciando

Dicen que el final de todo siempre es el comienzo de algo. Quizá tengan razón. Dicen que hay muchos peces en el mar, y tal vez sea cierto. También hablan del término medio, pero ahí discrepo.
El sol brilla tanto o más qué ayer y la música fluye cristalina y desgarradora como el deshielo de las cumbres montañosas en verano. Puedo sentir cómo se me arranca la piel con el paso de los días. De algún inexplicable modo resulta reconfortante. Me nutro de la avalancha y del frío asolando mi cuerpo. En el momento menos pensado todo se ha vuelto blanco y no he sabido remediarlo. Probablemente tampoco haya tenido intención de hacerlo. Con tu ausencia mi cerebro se limita a existir en la inconciencia, pero ya no me molesta. El desmoronamiento de la nieve sobre mi cabeza angustia de manera inevitable mi corazón, pero aún puedo sostenerme. Ahora puedo fundirme con la arena nívea mientras sigo a la deriva por el mar. Me derrito al primer contacto con el agua y me dejo llevar.
El horizonte es inmenso. Los árboles alzan sus brazos desnudos al cielo implorando clemencia mientras camino descalza por las calles inundadas de lágrimas y desconsuelo. Las nubes transforman el mundo en un lugar inevitablemente blanco e inmaculado mientras mi humo gris se filtra por sus poros y contamina el Universo.


Yann Tiersen, La valse des vieux