Mierda

No he podido evitarlo. El salir huyendo, digo. Porque todavía me dan vuelcos el corazón y me entran ganas sólo de eso, de salir corriendo. Ya no me quedan lo sientos. Me he quedado azul. Dividida, disgregada. Así, sin más, azul. Como el cielo despejado en las tardes de invierno en las que ya no estás ni sé si me gustaría encontrarte. Tan azul que, en la ironía de mi pensamiento, hoy he entendido de qué va esto. Los colores son muy importantes, pienso. Algo de mí siempre ha sido azul, zigóptero maldito al que bautizó un esquizoide, y sanguinolento. La unidad me hacía cárdena, del color de la marca de los golpes de la existencia y quién sabe de qué más. Purpúrea, eso era yo. Ahora ya no. Sólo soy una marioneta de mi locura vestida de muñeca de trapo que prende a la primera. Inflamable, explosiva. Y rota.



A Silver Mt. Zion, C'mon come on (and loose endless longing)