Mutual

Sigue pasando el tiempo. Todavía recuerdo todos y cada uno de los momentos. Aquella fue nuestra verdadera despedida. Aquel beso triste, amargo y raro, mientras esperaba sentada a que desaparecieras entre la bruma, en aquel túnel oscuro, en aquel puto autobús. Mientras esperaba a que te fueras, lejos, y al mismo tiempo deseaba que no te marcharas jamás, mientras deseaba que te quedaras para siempre. Que nos quedásemos en una dimensión paralela y diminuta con montañas y mares para nutrir nuestras raíces de reciprocidad. Vivos, deslumbrantes y gloriosos. Deseaba que estallase el universo, que se congelaran los días y que no hubiese cuenta atrás. Ahora sigue pasando el tiempo. Ahora el universo se desvanece y sólo nos congelamos en el frío de los días. Ahora resto las horas de luz mientras sumo huesos a mi cuerpo. Ahora me duele tanto pensar en volver a verte como pensar en no volverte a ver. Te echo de menos. Me echo de menos. Tengo necesidad y miedo. Eras el de la mirada infinita y azul. El del humo áspero y las tardes soleadas de costillas sinuosas. Siento cómo se ensancha el agujero negro de mi alma según aumenta la distancia, según acentúas el silencio y marchitas la presencia. La esencia, se ha podrido la esencia. No volveremos a florecer. He distinguido por fin que estamos muertos.