Insostenible
Se enquista, es eso. Se acumula, se aglutina y luego no hay manera de sacarlo de ahí. Ya no sé si es de noche o de día, si fumo o si es que el humo se ha quedado para siempre a residir en la habitación. Y hablo del silencio, entonces. De lo que se me pudre dentro y me quita el hambre. Así, en un momento. De lo que si lloro, sangra. De lo que si callo, quema. Del poco dinamismo y armonía que le quedan a mis palabras. Por ejemplo. Luego me tumbo boca arriba en la cama en ropa interior y tirito mientras mi carne abierta escurre líquida hasta las sábanas. Roto, es como si todo estuviera roto. Y yo... Siempre lo he dicho. Ojalá algún día mis heridas en la piel duelan más que las de mi cabeza.