El verde resurgía lento entre humo y cenizas y el mundo brillaba entonces diferente. Ya no soñaba y simplemente dejaba la nada fluir en el todo hasta carcomerlo para convertirse en la paradoja más absurda y bucólica de todo el universo. Hablamos de monstruos y degeneración. De machetazos y sangre perdida. De estabilizar balanzas. De carne abierta y piel muerta. De ti y de mí, a fin de cuentas...