Había unos huecos enormes que se extendían como escurre el agua entre tus manos. El cielo era gris y las palabras inertes. La sensación de perderse, de no encontrarse, había desaparecido. Lo extraño se volvía normal con el paso del tiempo, se convertía en rutina, en indecente normalidad. Estandarizados. Desde la inapetencia más estable, sin exaltación ni tristeza alguna. Había unos huecos inimaginables que dejaban entrar demasiado aire. Y la luz quemaba tanto papeles como retinas. En la obscenidad de las lenguas equivocadas, en la vulgaridad del silencio no prometido. En tu ausencia como excusa para mi demencia.
Explosions in the Sky, First breath after coma